Catedral y Plaza de Santa Maria

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Estimado amigo:

     percibo la sintonía que monumento y plaza van a tener, como si en un tiempo atrás se hubieran mirado de reojo con la cabeza gacha y ni se hubieran saludado, como si una cosa de otra hubieran sido complementos sin completar, como si tu estás aquí y yo también y no nos vemos. Catedral y Plaza de Santa María, dos nombres que son tal para cual, que para los jaeneros de siempre son arte y estar, creación y ser.


     De verdad, que incluso antes de estar acabadas las obras, ya es un lujo el paseo y la vista, la vuelta y la mirada, la caminata y la ojeada. Las aledañas calles de las Almenas y Campanas ya no son calles estrechas, ya no son calles que aprietan y oprimen la suntuosidad y el esplendor de esta magnífico tesoro, sino todo lo contrario, se han convertido en avenidas fastuosos que compiten en estar guapas, que luchan por estar apuestas y ofrecer la mano a tan fastuosa y bellisima dama que  habria que invitarla a bailar.


     Te cuento amigo que aún la plaza no está acabada, que no queda mucho y que sin terminar ya gusta, que sin acabar ya encanta y que esa sintonia que presiento entre tesoro y complemento la han tenido arquitecto y deán, y aunque ha habido otros personajes de por medio, son estas dos personas las que confrontan ideas, criterios y opiniones. Me imagino al Deán D. Francisco Juan en los inicios de las obras mirando de reojo escombros y vallas y girando la cabeza mirar de frente a las torres del esbelto templo, me imagino al Deán mirando ahora con ojos gracejos, observando las enormes y suntuosas losas de la plaza y girando la testa, observar la esplendorosa fachada de este patrimonio que nos dejaron nuestros antepasados, observándola como la observaron hace mas de trescientos años los jaeneros de la época, sin tropiezos visuales, sin parapetos que estorben al placer de contemplar y fijarse en tan gran joya arquitectónico y me imagino al Deán con la faz contenta y la sonrisa de oido a oido con la plaza terminada iluminando el tesoro por la noche y por la mañana dejándola ver, dejándola contemplar tanta maravilla, tanta pompa, tanto esplendor.

     No sé lo que durará entre nosotros éste personaje, cuentan que el Sr. Deán apunta alto, que con su juventud tiene futuro eclesial, pero dure lo que dure antes de irse a otras tierras, Dios no lo quiera, ya ha puesto su piedrecita mas que suficiente para ser un gran hombre de Jaén, amante de esta tierra y de sus tradiciones. Este hombre al que tu admiras también, conoce todos los entresijos y rincones de nuestra Catedral, sabe de sus piedras, de sus señales, de sus signos, de sus historias, de sus leyendas, su saber y su conocimiento es tan grande que parece como reencarnado de hace varios siglos, como si un duendecillo de esos que viven cientos y cientos de años les soplara en el oido crónicas de otros tiempos, como si le susurrara anales y testimonios inverosímiles, para colmo se le ocurre a este hombre, organizar un congreso para conmemorar el aniversario de la consagración de nuestro mayor templo, intervenciones musicales, actos literarios, ponencias, presentaciones, etc., éxito de intelectuales y sabios que han reconocido el valor de esta alhaja que tenemos en nuestra ciudad. Francisco Juan Martinez, Deán de la Catedral de Jaén, docto hombre en arte, ¡¡buena gente!!, desde hace años lo que a nuestra Catedral y a nuestra Plaza de Santa Maria le hacia falta.

     Hasta pronto

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