La peregrinación no se agota con la llegada
jueves, 28 de octubre de 2010
Estimado amigo:
sabes que toda esta historia que mantengo con el Camino de Santiago se inició una noche de invierno en una de las pocas cuevas de buen vino que quedan por este terruño jaenero. Nunca hubiera imaginado que aquella promesa hecha con catorce arrobas encima llegara a tanto, tenia que ir a Santiago caminando cuando bajara como mínimo de las ocho arrobas y media, con el compromiso de llevarme a gente, que me acompañaran en la fatiga de la singladura, ver la tumba del Apóstol, darle un abrazo y como no, una vez cumplimentado estas labores de rigor brindar en las cavernas de Santiago con buen vino y cigalas. Como bien sabes lo conseguí, bajé a las ocho arrobas y vinieron conmigo siete peregrinos mas, aquella primera vez, nos tragamos los últimos 160 kilómetros y por supuesto brindamos con buen vino, comimos cigalas y unos pulpos mas por el camino.
Aquella experiencia fué tan peculiar que me enganchó de tal forma que casi diez años después, sigo cogido, sigo prendido de la belleza del camino, belleza natural, belleza material, belleza espiritual y por supuesto belleza personal. Y como esta historia mía hay muchas mas, parecidas o distintas, pero con el mismo propósito, esta locura del Camino a Santiago llega a hacerte adicto al campo, a la naturaleza, a la soledad, al pensamiento, me siento apresado, pillado, pero con mucho gusto.
¿Que tiene el camino?, no sé, el camino a través de todos estos años me ha dado la exigencia de repartir y evocar las vivencias surgidas paso a paso, metro a metro, porque cuando camino como peregrino me siento sagrado e intocable y así veo a mis hermanos de sendero. El camino me dió y me da amistad y la combato dia a dia para que perdure aunque entre mis nuevos y entrañables amigos exista tiempo y mucha distancia para mantenerla.
¿Que a que viene todo esto?, pues muy fácil, unos pocos locos, tres o cuatro en algunas ocasiones, se nos ocurre buscar caminos y cruces por donde nuestros antepasados transitaron, fueron y vinieron, llevaron y trajeron y hemos descubierto en el anecdotario histórico detalles y curiosidades que con el tiempo han pasado a la historia y al relato del olvido. Todos estos lances y sucesos se que te gustan y mas cuando hace escasos dias aparecimos por tu pueblo, por Alcaudete, cruce de senderos, de caminos, de vias romanas. Por aqui por tu tierra, atravesaron numerosos cristianos en el medievo que vivían en territorio musulmán, los mozárabes que vivían en Almería, Granada, Málaga y Jaén que buscaban como los peregrinos europeos la ciudad del Apóstol. Y mientras llegábamos a tu pueblo, la silueta del castillo calatravo impertérrito al paso del tiempo, magnánimo, dominante, altivo, solitario y lleno de historias, despoblado y cargado de leyendas. Allí está el castillo, meta para los 162 peregrinos que durante unas horas le dimos vida y él, el propio castillo como final de etapa, nos dió la vida a nosotros y se encontrará en nuestro recuerdo a través de nuestra memoria.
Volveremos a tu pueblo, volveremos el 28 de Noviembre y retomaremos la tercera etapa, vendremos los peregrinos a cansarnos en el camino, a que nos salgan rozaduras y ampollas, incluso aquellos que en su vida no dieron ni un paso, ni anduvieron, ni caminaron y se enganchan a los valores nuevos que han cogido en el camino, la peregrinación no se agota con la llegada.
Hasta pronto,
sabes que toda esta historia que mantengo con el Camino de Santiago se inició una noche de invierno en una de las pocas cuevas de buen vino que quedan por este terruño jaenero. Nunca hubiera imaginado que aquella promesa hecha con catorce arrobas encima llegara a tanto, tenia que ir a Santiago caminando cuando bajara como mínimo de las ocho arrobas y media, con el compromiso de llevarme a gente, que me acompañaran en la fatiga de la singladura, ver la tumba del Apóstol, darle un abrazo y como no, una vez cumplimentado estas labores de rigor brindar en las cavernas de Santiago con buen vino y cigalas. Como bien sabes lo conseguí, bajé a las ocho arrobas y vinieron conmigo siete peregrinos mas, aquella primera vez, nos tragamos los últimos 160 kilómetros y por supuesto brindamos con buen vino, comimos cigalas y unos pulpos mas por el camino.
Aquella experiencia fué tan peculiar que me enganchó de tal forma que casi diez años después, sigo cogido, sigo prendido de la belleza del camino, belleza natural, belleza material, belleza espiritual y por supuesto belleza personal. Y como esta historia mía hay muchas mas, parecidas o distintas, pero con el mismo propósito, esta locura del Camino a Santiago llega a hacerte adicto al campo, a la naturaleza, a la soledad, al pensamiento, me siento apresado, pillado, pero con mucho gusto.
¿Que tiene el camino?, no sé, el camino a través de todos estos años me ha dado la exigencia de repartir y evocar las vivencias surgidas paso a paso, metro a metro, porque cuando camino como peregrino me siento sagrado e intocable y así veo a mis hermanos de sendero. El camino me dió y me da amistad y la combato dia a dia para que perdure aunque entre mis nuevos y entrañables amigos exista tiempo y mucha distancia para mantenerla.
¿Que a que viene todo esto?, pues muy fácil, unos pocos locos, tres o cuatro en algunas ocasiones, se nos ocurre buscar caminos y cruces por donde nuestros antepasados transitaron, fueron y vinieron, llevaron y trajeron y hemos descubierto en el anecdotario histórico detalles y curiosidades que con el tiempo han pasado a la historia y al relato del olvido. Todos estos lances y sucesos se que te gustan y mas cuando hace escasos dias aparecimos por tu pueblo, por Alcaudete, cruce de senderos, de caminos, de vias romanas. Por aqui por tu tierra, atravesaron numerosos cristianos en el medievo que vivían en territorio musulmán, los mozárabes que vivían en Almería, Granada, Málaga y Jaén que buscaban como los peregrinos europeos la ciudad del Apóstol. Y mientras llegábamos a tu pueblo, la silueta del castillo calatravo impertérrito al paso del tiempo, magnánimo, dominante, altivo, solitario y lleno de historias, despoblado y cargado de leyendas. Allí está el castillo, meta para los 162 peregrinos que durante unas horas le dimos vida y él, el propio castillo como final de etapa, nos dió la vida a nosotros y se encontrará en nuestro recuerdo a través de nuestra memoria.
Volveremos a tu pueblo, volveremos el 28 de Noviembre y retomaremos la tercera etapa, vendremos los peregrinos a cansarnos en el camino, a que nos salgan rozaduras y ampollas, incluso aquellos que en su vida no dieron ni un paso, ni anduvieron, ni caminaron y se enganchan a los valores nuevos que han cogido en el camino, la peregrinación no se agota con la llegada.
Hasta pronto,
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